Durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Corea del Sur, más de 1200 drones se reunieron en el cielo para formar los anillos olímpicos. Un espectáculo no solo de mérito artístico, sino que demuestra la prevalencia y permanencia de los drones trabajando junto a grandes eventos y concentraciones masivas. Aparte de las exhibiciones aéreas, no se puede subestimar la importancia de los drones en este tipo de eventos. Los drones detectan en un instante problemas de aglomeración o actividades ilegales, vigilan en lugares a los que la seguridad sobre el terreno no puede llegar y ofrecen un apoyo de sonido envolvente para lo que puede ser una situación complicada de controlar. También ha habido incidentes memorables en los que las propias naves han provocado o agravado situaciones precarias. Hay que encontrar un equilibrio para optimizar las ventajas de los drones en grandes eventos, reduciendo al mismo tiempo las consecuencias problemáticas involuntarias o intencionadas. 

Interacción con las multitudes

Invariablemente, tener una vista de pájaro de un evento en directo, con las ventajas adicionales de los sensores y cámaras que pueden aislar un objetivo en el suelo, ayuda a consolidar las capacidades de vigilancia en eventos con grandes multitudes y muchas piezas en movimiento. Consideremos el caso de alguien que se desploma en medio del público durante un concierto de música. La espera prolongada de una respuesta de emergencia puede dar lugar a que otros miembros del público tomen cartas en el asunto, lo que podría resultar, como mínimo, ineficaz e imprudente y, en el peor de los casos, provocar el pánico y el caos.

Un dron que avise rápidamente a los equipos médicos pertinentes de la localización exacta de una herida o víctima controlará las consecuencias de una situación crítica. Lo mismo ocurre con el hacinamiento: por lo general, la falta de conocimiento inmediato de dónde hay una inflación de gente en una zona es lo que conduce a la tragedia. La transmisión en directo de esta información desde un dron puede dispersar una zona especialmente saturada de un estadio, por ejemplo, y evitar una estampida o aplastamiento. Un dron puede llegar a zonas donde las cámaras de seguridad o el personal no pueden, lo que es imprescindible para gestionar sin problemas los problemas que surjan.

La otra cara de la moneda son los drones no autorizados que surcan los cielos para llevar a cabo su propia vigilancia de un acontecimiento. El propósito de estos vuelos ilegales puede ir desde la simple ignorancia o el pilotaje descuidado hasta intervenciones agresivas. Fotografiar o filmar un acontecimiento vulnera la intimidad personal, los derechos de autor y las leyes contra el robo, además de desencadenar protocolos de seguridad que pueden restringir el evento si no se resuelven los problemas. En 2014, en un partido de fútbol entre Serbia y Albania, dos países hostiles entre sí, una provocadora representación del fundador del Estado albanés moderno colocada en un dron que sobrevolaba el estadio hizo que se suspendiera el partido debido a la escalada de tensión entre el público. Los drones pueden vigilar la actividad, transmitir análisis de la situación y tomar fotos impresionantes, pero también pueden azuzar a miles de espectadores con un controvertido gesto politizado.

Respuesta a incidentes

Más allá de las ventajas de vigilancia de los drones, la capacidad de comunicar la información clave obtenida del análisis a los equipos médicos o de seguridad cambia las reglas del juego. Un escenario en el que se produzcan disparos contra una multitud, que inevitablemente provocará un pandemónium, requiere una observación astuta y una respuesta rápida. Los drones pueden informar a las fuerzas de seguridad y policiales de cuántos tiradores activos hay, dónde se encuentran, hacia dónde se dirigen y dónde hay heridos. La intervención de un dron aumenta significativamente las posibilidades de éxito de la asistencia médica, así como la evacuación sin contratiempos de grandes grupos de personas. Los drones pueden distinguir entre disparos y explosiones y apoyar inspecciones o persecuciones criminales, con actualizaciones en directo de los movimientos de un sospechoso, ya sea mediante audio o vídeo integrado en su plataforma.

Además de prevenir o subvertir atentados, los drones también pueden ser vectores de violencia si los utilizan delincuentes o personas con malas intenciones. Siguiendo con el tema del fútbol, el Isis amenazó con llevar a cabo actividades terroristas en el Mundial de Rusia 2018 afirmando que "tenemos drones, estamos explorando lugares y atacaremos". Mientras tanto, en la Premier League inglesa, un informe realizado por la Football Safety Officer's Association sobre la amenaza que suponen los drones para los partidos, en el que se afirmaba que entre las preocupaciones relacionadas con el uso peligroso de drones figuraban el terrorismo o que una pérdida de potencia o visibilidad del dron pudiera causar daños a los jugadores sobre el terreno de juego o a los espectadores. Este último temor se hizo realidad en un concierto de Muse en el O2 Arena de Londres, cuando un dron que simulaba una nave espacial se precipitó sobre el público. No es necesario que las personas o los bienes resulten perjudicados para que un incidente cause daños. Retrasos en las actuaciones o cancelaciones, evacuaciones imprevistas y pérdidas económicas son resultados muy probables del avistamiento de un dron sospechoso o de su interferencia en un evento.

Maximizar las ventajas de los drones

Los drones hacen el trabajo pesado para los equipos de seguridad y médicos sobre el terreno, y los drones pueden proporcionar un apoyo inestimable en grandes eventos, a menudo poco manejables. Cuando se hace un mal uso de ellos, se cometen errores o se deja que drones no autorizados campen a sus anchas por encima de un estadio, es cuando hay que replantearse los protocolos, hacer más estricta la normativa y soluciones contra drones necesitan desplegarse. Emplear tecnología para detectar y anular la actividad ilegal de los drones debe ser una prioridad para los organizadores de grandes eventos y los operadores de estadios, a fin de garantizar que los drones autorizados puedan hacer su trabajo y el público pueda disfrutar del espectáculo sin que se vulneren sus libertades. Los drones pueden ser un arma de doble filo, pero si se tratan con cautela y cuidado y se atemperan con contramedidas tecnológicas, no cabe duda de que en el futuro deberían formar parte integrante de la arquitectura de seguridad de grandes concentraciones y estadios.